Una de las diferencias más notables en comparación con mi viaje a España hace 22 años fue la transición a una sociedad sin efectivo (Cashless Society). Últimamente, Japón también ha visto una gran expansión de los pagos sin efectivo, pero aún hay muchos lugares que utilizan dinero en efectivo, mientras que España se sintió casi como una sociedad completamente sin efectivo, similar a Corea. Fue muy impresionante darme cuenta de que podía vivir y viajar sin usar un solo céntimo en este viaje.
Un país sin necesidad de efectivo, España
Ya fuera tomando un café en una cafetería, comiendo en un restaurante, comprando entradas para diversas atracciones turísticas, utilizando el transporte público, o incluso pagando la tarifa de un taxi o comprando una botella de agua de 25 céntimos en el supermercado, todo se resolvió con tarjeta de crédito. El sistema de pago con tarjeta estaba tan perfectamente establecido que no sentí en absoluto la necesidad de llevar efectivo.
Hubo situaciones en las que, al necesitar usar efectivo, parece que la otra parte se sentía más incómoda. Por ejemplo, cuando intenté comprar un bocadillo en el supermercado para obtener monedas para propinas de limpieza del hotel y quise usar efectivo, la impresión que recibí fue que preferían tarjetas en lugar de efectivo. Parecían fastidiados con la idea de tener que calcular el cambio. Sentí que en toda la sociedad española se percibía la incomodidad y la ineficiencia del uso de efectivo.
La amabilidad de los españoles experimentada en un taxi
Una de las anécdotas más memorables sobre la vida sin efectivo fue en un taxi. Tomé un taxi desde la Sagrada Familia hasta el Parque Güell y la tarifa fue de 11 euros. Cuando saqué un billete de 20 euros, el taxista me preguntó si tenía un billete de 10 euros porque no tenía cambio. Al entregarle un billete de 10 euros y decirle que no tenía moneda de 1 euro, para mi sorpresa, el taxista me dijo "No hace falta que me des el euro, sólo págame 10 euros".
Aunque yo traté de ofrecer pagar con tarjeta, el taxista sonriendo me dijo: "Parece que eres buena persona, está bien". Me contó que era de Pakistán y que había inmigrado a España para ser taxista, había escuchado que trabajaba mucho en su compañía y estaba agotado, así que me llamó la atención su amabilidad al ofrecerme un descuento en la tarifa en lugar de un tip. Me dio la impresión de que todos los españoles parecen ser muy amables.
Los cambios traídos por la vida sin efectivo
Esta transición hacia el efectivo en España ofrece comodidad tanto a los turistas como a los locales.
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Comodidad: No hay necesidad de retirar o cambiar efectivo, ahorrando tiempo y esfuerzo.
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Seguridad: El riesgo de robos o de perder efectivo se reduce considerablemente.
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Higiene: No hay necesidad de tocar billetes o monedas, lo que es más higiénico.
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Transparencia: Todos los registros de transacciones quedan guardados, facilitando la gestión del consumo.
En este viaje a España, pude sentir en carne propia cómo el país, más allá de ser un simple destino turístico, se ha desarrollado como una sociedad avanzada con un sistema de pago moderno completamente implementado. La calidez de los españoles que encontré en medio de la comodidad de no usar efectivo ha incrementado el disfrute de mi viaje.
En la próxima entrega, hablaré sobre otra faceta de mi viaje a España. Dado que ya he mencionado la historia del amable taxista, en la próxima ocasión hablaré sobre la amabilidad en España.
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